Buscando la emoción. Núria Bonet en El hundimiento de la casa Usher, de Edgar Allan Poe. Foto de Isaac Freijo
ACTUAR ES HACER 
(o el arte de sentir de verdad)
LOS PROCESOS CREATIVOS 2 
Por Àngels Bassas

Cada vez tengo más claro que los actores y las actrices somos lectores de almas. Observemos la vida, la digerimos, la recibimos, la analizamos, y la vivimos de forma diferente a alguien que vive la vida sin detenerse a tomar conciencia. Como actriz veterana, y quizás como discutible deformación profesional después de tantos años en este oficio, interpreto lo que veo desde otros ojos. A nivel de memoria, a lo largo de los años, desarrollas una capacidad extraordinaria para memorizar palabras y situaciones que has vivido, siendo capaz de recordar detalles, tonos, intenciones, palabras, gestos, acciones y miradas. Como si rebobinaras una película. Cosa que puede sorprender a quienes conviven con nosotros, porque somos capaces de recordar con pelos y señales qué y cómo ha ocurrido algo. Y permitidme tener sentido del humor: esto nos hace ser, por ejemplo, unos elocuentes y fuertes adversarios en la oratoria de una discusión. Porque entrenamos constantemente la observación de todo lo que pasa "en escena" y nuestro trabajo en los ensayos consiste en desestimar las cosas inservibles, y en recordar las cosas buenas que han pasado en un ensayo, para ser capaz de reproducirlas posteriormente .

El gran reto que se nos plantea entonces es cómo repetir aquel buen momento que se produjo en escena, sin intentar "ilustrarlo", sino "revivirlo" de forma espontánea y ser capaces de repetirlo con la misma frescura día tras día, una vez empiezan las funciones. Aquel "volver a vivir", y no aquel "mostrar", "ilustrar" o "hacer ver". Como digo siempre: en escena no hagas ver, sino haz

Actuar es siempre hacer (la palabra "drama" proviene del griego y significa "yo hago"). 

Y la única manera, en cuanto a técnica de interpretación, es buscar qué estímulos provocaron aquellas buenas reacciones que llevaron a actuar una buena escena. 

Los estímulos se encuentran sin duda en la capacidad de conectar con varios factores: 

1. los antecedentes que nos sitúan en un determinado estado de ánimo; ese saber de dónde vengo que me condiciona cómo encaro el momento presente.

2. la situación escénica (lo que Stanislavsky llamaba "given circumstances"): dónde estoy, qué me rodea, relación con los objetos, con el espacio escénico y ficticio, porque estoy aquí... 

3. los estímulos internos provocados por las imágenes (importantísimo concepto que merece un artículo aparte, y del que hablan varios teóricos de la interpretación como Stella Adler).

4. mis objetivos; qué quiero, qué deseo... qué hago para conseguirlo, qué obstáculos o conflictos encuentro, y qué estrategias utilizo para resolverlo... 

5. la conexión con el partner (mi trabajo, en un 50%, lo hago alimentándome de lo que me da mi compañero/a = acción-reacción) 

6. y la acumulación de todo esto me lleva, como último estadio , hasta el acceso a la emoción

La emoción es el último "step". No podemos pretender acceder a las emociones directamente, sin pasar por lo que las ha provocado. Porque entonces estaríamos inequívocamente "haciendo ver" que sentimos, en lugar de "sentir de verdad". Esto es lo que diferencia a un buen actor que "vive la escena" jugando su rol, de un actor que "mecaniza o ilustra". Como dicen muchos teóricos de la interpretación (cada uno a su manera o con diferentes palabras pero todos vienen a decir lo mismo): no podemos controlar las emociones pero en cambio sí podemos controlar las acciones físicas y psicológicas que nos han llevado a ellas . 

Es como en la vida. En la vida real nuestras acciones están permanentemente conectadas al entorno, a los estímulos externos y los internos. Reaccionamos de forma natural en ellos, desde las acciones más absurdas, como entrar en una cafetería para que nos apetece un café. O nos cambia el estado de ánimo si recibimos un mensaje negativo de nuestra pareja, o si nos dicen una palabra fea fuera de tono, o si por el contrario vemos una hermosa puesta de sol u olemos una flor, que nos hace sonreír. Obedecemos a nuestros impulsos producto de nuestras necesidades más básicas y fundamentales. Estamos condicionados por nuestro pasado, y por nuestros deseos; los simples y los más complejos. Y esta es una de las cosas que intento inculcar a mis alumnos: ¿por qué si en la vida lo haces constantemente de forma natural, no eres capaz de comportarte igual en escena? Compórtate en escena como lo haces en la vida: reaccionando a los estímulos. Actuar es acción y reacción. Y no olvides que esto es un juego: to play, jouer... 

Los actores y las actrices deberíamos, físicamente, ser como gatos (físicamente con un instrumento libre de tensiones o tics, y receptivo, abierto y disponible) que están siempre alerta de lo que los rodea y tienen extremadamente desarrolladas las capacidades de reacción al entorno, siempre dispuestos a conseguir lo que quieren, con una conciencia total del espacio, del cuerpo y de sus necesidades. Nosotros, además, con profundidad de pensamiento y sentimiento: con una conciencia total de la vida. 

Nuestro arte como actores y actrices nos hace ser extremadamente sensibles a las palabras. Y yo, para más inri, soy además escritora... ¡madre de Dios!, algo que me hace ser especialmente vulnerable a las palabras. Pero, al mismo tiempo, la vulnerabilidad siempre ha sido para mí un síntoma precisamente de fortaleza, aunque parezca una contradicción. La apertura a las palabras y a la vida... nos hace ser también más fuertes. Entrenamos la absoluta conciencia del poder de las palabras, para hacer un buen uso. 

Las palabras han sido, son y serán siempre un vehículo de transmisión y transformación. Son un sortilegio poderoso y mágico. 

Actuar es interpretar la vida, intentar entender los comportamientos de los seres humanos, dilucidar el porqué de la existencia, traducir pensamientos, y transmitir emociones. 

Actuar es leer la partitura de las palabras y la partitura de los sentimientos

Actuar es la filosofía hecha carne, respiración, y vida. 

ÀNGELS BASSAS 
18 de diciembre del 2019                                                                 R
Foto Isaac Freijo

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