El visitante, como observador que, como tal, remitiéndonos a la física cuántica, modifica lo observado, de las múltiples y simultáneas "historias" presentes en la exposición "colapsa" una, y éste es el resultado de "su" experimento en la visita. Que no espere encontrar cognición científica, sobre esto a la vez tan atractivo y abstruso como es la física cuántica, porque este no es el objetivo de la exposición. Si, en cambio, busca percepción-sensación artística, entenderá la exposición en sí, y estoy seguro de que la disfrutará ampliamente. Y es que el CCCB presenta Quántica
así, con un subtítulo que dice: En busca de lo invisible, cosa que también juega con la indeterminación de qué es, qué no es, y el entrelazamiento entre arte y ciencia.
De hecho, y procurando captar precisamente lo holístico, es una experiencia híbrida, provista por 10 proyectos artísticos y por 9 escenas de laboratorio. Es fruto de la colaboración entre el CERN (siglas para Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire, aunque su nombre funcional es Laboratorio Europeo de Física de Partículas) y el FACT (siglas para Foundation for Art and Creative Technology), hija de la cual se ha creado la red ScANNER (siglas por Science and Art Network for New Exhibitions and Research), de la que es miembro el CCCB.
En el CERN, reunidos en su corazón, el Gran Colisionador de Hadrones, cerca de Ginebra, los artistas han visto y vivido la investigación científica, y los científicos han visto y vivido la creación artística, fecundante mutuamente su mirada, su imaginación, indispensable en los dos ámbitos.
El vacío, aparente, es el normal en el espacio cósmico al igual que en el espacio atómico, y en éste, el fundamento de aquel, lo normal también es la incertidumbre, la aleatoriedad, la inestabilidad; pero en el vacío y del vacío, imprevistamente, aparece algo, tanto una obra del pensamiento como una obra del sentimiento.
Exposición planteada en forma interactiva, yo recomendaría estar abierto en el propósito y el objetivo de la exposición: tocar, interaccionar. Por ejemplo, mover horizontalmente (sobre todo hacia la izquierda) un ocular óptico en el elemento sobre el átomo de Helio. O escrutar la instalación Cascade, de Yunchul Kim, sobre los muones –allí pasan cosas, sutiles, lentas–.
También hay objetos varios, de metal, de formas curiosas. ¿Son esculturas? Podrían serlo. Bueno, pues no, son piezas en desuso: chatarra del almacén del CERN, pero aquí está el tema y el juego.
Todo esto y mucho más lo encontrará el visitante en la exposición, dejándose sumergir, abierto a esta otra "dimensión" del todo, incluido uno mismo. Por ejemplo, encontrará (audiovisual) a un hombre al que, aprovechando que está haciendo la siesta sobre el césped de un parque a orillas del lago Michigan, en Chicago, se le enfoca la piel de la mano, primero nos alejamos hasta el universo intergaláctico, y luego nos introducimos hasta el "universo" de la estructura atómica, en un viaje de magnitud, entre lo más lejano y los más cercano, de 1 uno seguido de 40 ceros.
Hay una instalación especialmente fascinante. Científicamente maravillosa. Artísticamente maravillosa. Está formada por tres elementos aparentemente inconexos: uno es un detector de muones, los muones generados por los rayos cósmicos que, justo por allí y en aquel mismo momento, atraviesan el espacio de la exposición. Este elemento se comunica por ondas con otro elemento que convierte la energía en impulso para mover muy sutilmente un fluido, el cual mediante unos conductos muy finos, circula muy lentamente por 18 metros de tubos con múltiples canales muy finos en su interior. La sola composición material de la instalación, los tres componentes compartiendo una estética, es de una gran belleza. El detector, una especie de ojo que se va iluminando, el impulsor, tal como una maravillosa "lámpara" de velas y lágrimas de cristal, y el tubo, como un camino sinuoso por el que transcurre, ¿qué?
Y el módulo sobre la dualidad partícula-onda y el fenómeno de la interferencia y superposición. Una simulación infográfica enseña como una (1) partícula, por ejemplo un fotón, lanzado contra una pantalla a través de una lámina interpuesta en la que hay dos rendijas, pasa -¡a la vez! - por las dos y forma un patrón espectral en la pantalla, como lo haría, y lo hace, una onda, con el mismo patrón de franjas oscuras y claras según la suma o resta de "puntas" y "valles" de todo fenómeno ondulatorio, pero en este caso como fenómeno corpuscular.
Como decía, es más bien una exposición de arte, pero en todo caso es un espacio para reflexionar, en el que se nos presenta un nuevo paradigma en el que se encuentran, con el arte, la física, la matemática, y la filosofía, la psicología, la espiritualidad, y más. Suscita cuestiones chocantes, incluso inquietantes, como el azar –aparent–, pero pensemos de que esto llamado azar de la mecánica cuántica, y no la estricta causalidad a la que estamos habituados de la mecánica clásica, es lo que genera , y preserva, la diversidad, y lo que posibilita el acto creativo.
Pero dejemos que las imágenes hablen por sí solas.