- Nueve. Finalmente, todo está sometido al toque de alarma de la amígdala cerebral que nos avisa constantemente de los peligros que nos amenazan. (Y que, en el teatro, mantiene al espectador intensamente activo en la butaca.)
Sólo por estos nueve puntos que señalo, creo que vale la pena detenerse a leer el libro de Óscar Vilarroya. Pero hay más motivos.
Una mirada periodística
Somos lo que nos contamos
me interesa también por sus implicaciones periodísticas. A medida que avanza el libro, Óscar Vilarroya propone la construcción de relatos cada vez más complejos, pero que de pronto optan por prescindir de ajustarse a la realidad y empiezan a introducirse en terrenos cada vez más peligrosos.
Por ejemplo, está el que Vilarroya llama el relato impropio, que es el relato inadecuado pero que sirve para calmar nuestro desasosiego. Aborda también lo que denomina el relato estúpido, con ejemplos concretos basados en la política y la economía, pero también en la ciencia. Y finalmente aborda dos fenómenos actuales como las fake news –que, asociadas a la construcción grupal, pueden generar relatos políticamente indeseables– y las burbujas narrativas –que se fundamentan en nuestra credulidad–.
Gran parte de estos fenómenos están directamente asociados al crecimiento espectacular de internet que ha supuesto la destrucción del ecosistema comunicativo anterior. La lentitud del papel o de la televisión contra la instantaneidad de la red, ha supuesto una transformación enormemente positiva en muchos aspectos, pero no en todos. El verdadero problema es que la ausencia de un discurso sólidamente elaborado desde medios solventes ha dado alas a toda la variedad de relatos inadecuados y estúpidos, fake news y burbujas narrativas a menudo perversas.
Una mirada pedagógica
Esta proliferación de relatos incontrolables me interesa especialmente como usuario de internet, pero también como pedagogo. El libro de Óscar Vilarroya aporta datos importantes para la reflexión en ambos sentidos.
El panorama de relatos inadecuados que dibuja el libro me asusta como usuario de internet. Resulta tan fácil dejarse arrastrar por esta corriente constante de relatos, algunos de ellos delirantes, sobre la realidad. Todos somos víctimas de nuestra propia capacidad de fabular. La bondad del mundo depende, en gran medida, del esfuerzo realizado para construir un relato de calidad, es decir: de una visión del mundo que soslaye el simplismo que lo explica todo demasiado bien, demasiado fácil.
Somos lo que nos contamos
me interesa, por fin, como pedagogo, porque estoy en contacto constante con alumnos de edades comprendidas entre los dieciocho y los veintitantos años, una generación que ya ha nacido y crecido con internet y que, a veces, está aún falta de herramientas intelectuales para afrontar la nebulosa informativa. O desinformativa. Ante esto, Óscar Vilarroya propone: combatir el mal relato, desenmascararlo prestando especial atención al relato simplificador, alertar sobre los peligros de lo que parece razonable (pero que no lo es necesariamente), entrenar el pensamiento crítico, y desarrollar la alfabetización digital.
Un libro necesario. Una reflexión útil. Una perspectiva estimulante.
Finale
No me resisto a copiar un fragmento de Óscar Vilarroya y justamente uno que se refiere a la conformación de las ideologías. Hay tantas ideologías que parten de un relato primordial sencillamente perverso... sólo hace falta una reflexión de cinco minutos para identificar unos cuantos relatos impropios en el centro mismo de nuestro pensamiento ideológico:
"[...] una ideología no es otra cosa que un sistema de relatos sobre cómo funciona el mundo y sobre cómo debería ser, basado todo él en unos pocos relatos primordiales, como, por ejemplo: "la sociedad es desigual por naturaleza", "la sociedad funciona mejor con la iniciativa individual" o "hay que desconfiar de la iniciativa individual porque el ser humano es egoísta ". Las ideologías nacen de asumir algunos de esos relatos y de construir un conjunto de principios y reglas que ofrecen un modelo sobre cómo funciona el mundo y sobre cómo mejorarlo. En otras palabras, las ideologías fuerzan una visión narrativa del mundo.
"(Pág. 239)